viernes, 15 de junio de 2007

Escribe JACQUELINE GOLDBERG


El día después de la presentación de un libro es de resaca, paliza, vendaval. Y de poquísimas palabras. Vaya mi agradecimiento a quienes me acompañaron pese a los charcos y los maleficios del cielo. A Hernán, bello esposo que llegó incluso antes que yo. A Santiago, que se portó como siempre: una bendición, un ángel. A Jacky y Eddy, siempre solidarios. A mis entrañables compañeros del Nuevo Mundo Israelita, hermanos, cómplices, presentes en toda hora. A Lilia, sucursal del madre pendiente hasta de los mechones de pelo fuera de lugar. A Eleonora Requena, Alexis Romero, Rosario Anzola, Yajaira Núñez, Alfredo Herrera. Al rabino Pynchas Brener, que de lejos me hizo llegar su abrazo de perenne solidaridad. A las chicas de la Fundación Bigott, atentas como nadie.
Seguro olvido. Siempre olvido.
Y mil gracia a Armando Scannone e Isaac Chocrón, maravillosos guardas de un libro que desde hoy tiene destino propio, lejos de mi.

Jacqueline

No hay comentarios: